Antonio
y Conchi se sentaron en un banco del parque, tenían el compromiso de
reunirse los martes para hablar, compartir pensamientos.
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Anoche leí algo que me dio mucho que pensar y por eso te lo digo
hoy, si luchamos contra un defecto, le estamos dando poder, por ello
se va haciendo más grande. La manera de combatirlo es desarrollar la
virtud opuesta. Dice Antonio.
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Si es cierto, dice Conchi, a todo lo que demos importancia se
convierte en importante. Lo que me resulta más difícil de
comprender es utilizar la virtud opuesta.
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Nosotros sabemos que tenemos defectos pero también, conocemos que
tenemos virtudes. El problema surge en que siempre damos prioridad
por las cosas que se hacen mal, lo cual llega a crear un desinterés
por nuestro ser. Pocas veces valoramos lo que hacemos bien, creo que
esto es por donde va el escrito. Si nos sentimos buenos y mejores,
las adversidades serán mas fáciles de vencer.
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Estoy de acuerdo en tu planteamiento, pero la duda me surge si con
solo la valoración positiva sera suficiente.
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El defecto, por si, no es bueno ni malo, es la carga sentimental que
lo arropamos, el que hace que pueda crecer como si fuera un monstruo.
El mismo en si nos puede marcar, por ejemplo miedo, insatisfacción,
etc. Si buscamos el compensatorio de ellos, comenzamos a encontrar la
solución. Es cuestión de buscar un defecto y que sentimientos nos
produce, para compensarlo con lo contrario. Pues sino el ogro va
aumentando y nos puede dar angustia, ansiedad, miedo, etc.
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Vamos a buscar los mismos y anotar para hacer la compensación mental
y cual es el resultado al cabo de una semana.
Si,
siempre lo mejor es la experimentación para ver los diferentes
resultados y elegir el conveniente, siempre.
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