Juan
tiene una casa donde vive el solo, tiene cuarenta y un años. Persona
solitaria quizás por las muchas rarezas que tiene. Persona muy
meticulosa y ordenada. Llegando a ser en exceso.
Si
vas a su casa te encuentras todo ordenado y una pulcritud que da poco
comentario.
Ha
llegado el tiempo en que no quiere estar solo, pero tampoco quiere
cambiar su manera de ser. Con lo cual empieza a formar una
contradicción, la mujer tiene que ser muy parecida a él. Pero los
polos del mismo sentido se repelen y de distinta polaridad se atraen
pero con muchas chispas por medio.
Hoy
es sábado y como tal hace la limpieza de la casa. Al abrir el
armario de su habitación, se da cuenta que hay una caja de cartón
donde guarda cosas antiguas, que siempre finge no verlas pero hay
están, en la misma, sabe perfectamente su contenido, cartas y fotografías antiguas. La apertura de la misma le produciría
reacciones que no quiere tener, por ello la opción es dejarla en ese
último rincón del armario.
Por fin una amiga Merce, va a conocer su casa y comienza a enseñársela
a fondo. Quiere tener la liberación de mostrarse tal y como es, sin
tapujos. Esta decidido a cambiar para lograr su objetivo.
Al
llegar al dormitorio empieza a abrir las puertas, y mostrar todo
perfectamente colocado. Pero a Merce no le encaja la caja de cartón
en el estante. No es un material bonito sino tosco y no encaja en
Juan.
-¿Que
tienes en esa caja?
Dudas
pero al final la coge y enseña el interior. Al ver el daño que le
producen el material guardado. Le sugiere que lo queme en la bañera.
Hacia
allí van y comienza el fuego. Con la combustión la cara va
cambiando.
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