Carmen
se siente angustiada sin saber porqué, solo sabe que le gustaría
ponerse a correr sin limite, hasta donde el cuerpo la aguante. Es lo
que siente, que la diferencia de la depresión que padecen algunas,
de sus amigas.
Su
vida parece normal, sin altibajos. Se siente enamorada de su marido,
aunque sabe que el peso de las decisiones lo lleva ella.
Sumamente
rígida, encuentra su foco en el dolor de cuello, solo si esta
nerviosa, piensa en voz alta.
Pero últimamente los síntomas
físicos, la llevan a estar mal mentalmente. Por fin encuentra a
alguien fuera de su familia que la escuche y la ayude a resolver su
problema. Juntos analizan los dos últimos meses que es cuando se ha
manifestado su malestar.
Analizan
los cambios de este periodo y Carmen no aporta gran cosa. Hasta que
un cambio de casa, más cercano a su trabajo, puede ser la causa del
desequilibrio. En realidad el cambio puede llegar a ser anecdotico
pero en una persona, que no le gustan los mismos, se agarra a
cualquier detalle, como donde colgar las trenkas, se convierte en una
comparación que la hace estar mal, pero profundizando, también
aparece la mesa de la cocina.
Al
final se compara todo para sentir que se ha equivocado en la
elección, este es el gran factor que hace que se encuentre mal. La
rigidez para no soportar que se ha ¿equivocado? No puede echar la
culpa a nadie pues fue la promotora del acto, pero los pequeños
detalles repetidos muchas veces se convierten en grandes y justifican
nuestra manera de hacer.
Carmen
no es tonta y se da cuenta de todo ello, pero no sabe como actuar.
Una pequeña maceta en flor es la solución donde menos le guste de
la casa, es la solución, aportada.
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