Una
canción dice “que lejos esta mi tierra y sin embargo que cerca”.
A Juan le ocurre igual con su casa. La siente lejos pero por
distancia esta a pocos metros.
Tuvo
una separación e hizo que tuviera que dejar su casa, pero el barrio
donde vivía es el de toda la vida, así busco otro piso en alquiler
para no sentirse desmembrado.
Juan
sigue haciendo su vida normal pero siempre tiene una mirada al piso
que compartió con su mujer, una parte del mismo sigue siendo suya,
pero una sentencia judicial le apartas vueltas pero a veces marea
Isabel
que es su mujer, nunca le gusto el barrio, pero ahora era la dueña
en su uso y no quiere renunciar a él. La empresa donde trabaja le
ofrece un nuevo destino en otra ciudad, ella acepta pero ¿como hacer
para que su marido no vuelva al piso?
Inventa
una relación con un compañero y este le paga un alquiler, nadie se
tiene que enterar, pero Isabel, pierde de vista que es un barrio y
como tal existen mil cámaras en forma de ojos, en los vecinos que le
reportan novedades. No pasa mucho tiempo cuando es voz popular el
hecho, del que no recibe ni un euro. ¿Pero como echar al inquilino?
Los planes diabólica del mismo.
La
vida da muchos se ponen en marcha y un puñado de amigos le secundan
para que obre en ese sentido. Lo más fácil es la coacción física.
Pero como cualquier plan malo termina mal. Logrando una resolución
en contra. Juan se siente dueño de la situación pero en realidad es
un cero coma. Por ello comienza a ver una autodestrucción personal
que no lleva a nada sino a un malestar físico y mental.
Isabel
enterada se ríe. Juan lamentándose.
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