miércoles, 30 de enero de 2019

LAS LLAVES




Juan esta en la tercera edad, edad tan ambigua como sentenciadora, los olvidos se van acumulando en su solitaria vida. Pero no les da demasiada importancia, al fin y al cabo son olvidos. Sus familiares se han dado cuenta de ello pero la justificación es haber sido una persona despistada, con ello tienen la justificación de no ocuparse de él.
La persona que fue todo amabilidad y de fácil sonrisa va emprendiendo el camino de una nueva etapa en su vida. María su mujer le abandono en uno de sus despistes, tras una enfermedad resuelta en un hospital. Su mente se cerro un poco más, comprendió en la fase que estaba y siguió en su casa de siempre, la pequeña pensión le valía par seguir su vida rutinaria, dejando de aprender nuevas cosas y dejandose llevar por una rutina, encasilladora.
Pero ayer surgió un imprevisto que le asusto mucho al llegar a casa con la bolsa de la compra empezó a buscar las llaves. Todos los bolsillos fueron registrados a conciencia incluso utilizo el capo de un coche para alojar lo que en ellos se encontraban, pero las llaves no estaban, no tiene vecinos a los que solicitar ayuda y el teléfono lo dejó en la mesilla de noche. Un sudor frio apareció por no saber como actuar. Estaba en la calle, registro la bolsa de la compra pero allí no estaban.
Una tardía hoja de un árbol la trajo una ráfaga de aire se deposito junto a su hombro, al ir a retirarla descubrió un bolsillo que al llevar su mano descubrió un bulto, abrió la cremallera donde se alojaban las llaves. Aquí es donde las deje para que no se me olvidaran. Y luego dicen “que se me olvidan las cosas”, sabrán ellos de mis recursos, mientras levantaba.

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