Antxon
comenta que es la primera vez que habla de ellos con extraños, pero
entiende que es una liberación personal.
-Juan
te pediría que no publiques nada sobre nosotros, otros vendrían con
el morbo de conocernos como una especie rara. El equilibrio se
rompería y no sabremos que ocurrirá. Soy el único que vive solo
mis padres murieron en un corto espacio de tiempo el año pasado. Yo
me iré de aquí, pero tengo que respetar a estas personas que hemos
constituido una familia.
-Antxon
tengo que respetar el esfuerzo que has hecho por contarme como sois y
te prometo que mis apuntes quedaran archivados en mi ordenador, hasta
que cambie la situación de la aldea.
- Te puedes ahorrar el esfuerzo de hablar con los demás, no lo harán, incluso sacaran gestos hostiles para que notes que no eres bienvenido.
Pasada
la cena quedaron en verse al día siguiente. Para tener más datos.
Abandono la aldea en su viejo coche, como siempre le dejaba con la
llave sin echar y la llave en el salpicadero tapada con una sucia
bayeta.
Las
criticas y discusiones le llegaron a Antxon al día siguiente, le
reprobaron y les comento que al mes siguiente abandonaría la aldea,
quería dejar los fantasmas del pasado y explicó porqué no se
sentía traidor. El camino a la ciudad fue un continuo chaparrón que
esquivaba de la mejor forma que sabía.
Las
mismas preguntas surgían del por qué había confiado en ese
periodista sin conocerle de nada. Juan razonaba su necesidad interior
personal. Había tomado esa decisión. Y también la de marcharse a
vivir en la ciudad, así como la nueva visita del periodista esa
noche.
Nuevos
comentarios contrarios. Y les dijo que podían vivir en su casa sin
problemas. Algún día volvería a visitarles. Así quedo.
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