jueves, 10 de enero de 2019

LA HOJA AGUJEREADA




Juan avanzaba por la calle y como un coche que se atraviesa su camino, de la misma forma, le llego un pensamiento a su cabeza. Igual que un impacto físico, su expresión se lleno de un sentimiento de dolor. Ceso sus pasos y hasta llevo sus manos a su vientre, queriendo tapar una herida no abierta.
El miedo empezó a inocular las células de su cuerpo. Poco a poco fue recobrando la verticalidad pero su cara seguía siendo un reflejo de su estado anímico. Como una noticia inesperada paralizo su paseo. Tenía que encontrar una cafetería para encontrar un servicio, tarea no muy difícil, pidió una manzanilla y busco el cartel de servicios.
Sintió una evacuación liquida, que en nada aliviaba su estado, pero si bajo la presión de su vientre. En la barra del bar una taza y una tetera le esperaban junto a una silla. Vertió la infusión y acomodo sus manos en busca del calor perdido.
Todo se había desarrollado con mucha rapidez. Juan paso de un estado de shock a otro de aturdimiento donde los razonamientos no tienen cabida.
Quería salir de allí pero ¿en busca de que?
El color pálido destacaba frente al negro de su jersey. El cerebro comenzó a buscar razonamientos ante la situación montada.
Un viento desalojaba las últimas hojas de los árboles, una de ellas cayo en su mano, como una carta la observo, estaba llena de agujeros pero se veían los nervios de la hoja, como lineas de una carta. Era una de las últimas supervivientes y creyó entender algo. Sus facciones cambiaron y hasta una sonrisa apareció en su rostro. Su intestino volvió a su ser, recobro su postura normal erecta. El viento sonroso su fría cara. La mano se plegó notando como la hoja crujía perdiendo su forma.

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