martes, 31 de julio de 2018

EL CORRALITO




Juan y Ana iniciaron su viaje turístico a las playas del caribe Mejicano. Los comentarios de amigos y reportajes de televisión les inclinaron a elegir ese destino. No encontraron muchas ofertas por elegir el mes de agosto que confluye con el de la mayoría de personas. Hicieron el esfuerzo de juntar el dinero suficiente para afrontar los gastos y poco más. Con el aterrizaje del avión realizaron los tramites aduaneros y buscaron en la salida al autobús que les llevara al recinto turístico. Tuvieron que esperar la llegada de otro avión para completar a los ocupantes. Repartieron los dos complejos que alojarían a los viajeros. En primeras filas ocuparon los del primer destino. Una mujer tomo el micrófono para explicar las maravillas que se encontrarían y las diferentes excursiones para salir del corralito que significaba el resort donde fueron alojados. Una vez descendidos del autocar, recogieron las maletas para hacer los tramites de inscripción, mientras se repartían cócteles de bienvenida, primeras conversaciones entre los llegados y entrega de una pulsera amarilla que quedaba fijada por una grapa ancha, distinguiendo como clientes del lugar.
Parecía como si hubieran llegado al paraíso, se les enseño los diversos restaurantes y las piscinas y diversos chiringuitos donde calmar la sed o ampliarla de líquidos azucarados. Vuelta a recoger las llaves y equipaje. Para comenzar la odisea de comer y beber en un entorno cerrado y alejado del pueblo cercano. Un autobús, dos veces por la mañana y otras dos por la tarde, acercara a un pueblo lleno de locales para satisfacer las compras de los turistas. Y llevar a las playas atestadas de los nativos, frente a las solitarias de los diferentes cadenas de hoteles que ofrecen el destino apetecido por la publicidad. Juan y Ana corren para ponerse el bañador y sentirse nuevos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por participar en este blog.