Quizás
la forma de su cuello es lo más significativo de su persona. Se ha
ido encorvando con el trascurso de los años, dando un aspecto
parecido a un buitre, ese pájaro carroñero. Ella desde luego no ha
sido así nunca, pero si ha recogido los pesos de los demás como
propios sido una losa y los ha ido transportando, en metáfora. Hasta
crear una curva con ese aspecto siniestro.
Los
dolores de espalda llaman una y otra vez a la espalda de Luisa. Pocas
veces consigue salir de casa y menos coger un transporte público.
La
delgadez ha anidado en ella con consecuencia de parecer aun mayor.
Las visitas a su médico son las salidas mas habituales y casi
unicas. Un sobrino se ocupa de hacer las compras y una mujer
dominicana la hace la comida, limpieza y ayuda en su día a sía.
Curioso que Teresa, que es su nombre tenga las proporciones
contrarias, una mujer oronda de carnes prietas.
Cualquier
acción va precedido de un jadeo, motivo del esfuerzo realizado,
aunque sea mínimo. La estampa es curiosa Teresa ahorrando esfuerzos
y la pasión e inquietud de Luisa. Que no acepta la ayuda a la hora
del baño, pero los intensos dolores han llevado a claudicar y por
ello deje enjabonar y secar.
Mientras
Teresa se acomoda en un sillón que ha tomado como propio relee una
revista del corazón que recoge del primer contenedor de papel que
encuentra, para ver la supuesta felicidad de las personas que
aparecen fotografiados, Luisa camina de un lado a otro de la casa
intentando llevar la vida que llevaba, pero el dolor le lleva en
busca del otro sillón en frente de la televisión. Teresa se levanta
en busca de cualquier alimento que nutra su cuerpo, preferible en
forma de chocolate.
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