El
día se había abierto en la vida de Juan. Tras desayunar abre su
correo electrónico. Diversos mensajes de trabajo y uno en especial
diferente, el remitente estaba formado letras y números. La
curiosidad le lleva a abrirlo en primer lugar. En un idioma que rondo
el castellano, le hace saber que entro en una pagina erótica y
chantajeaba para incluir cuatrocientos euros en una criptomoneda, de
no hacerlo, se enviara a todos sus contactos y familiares donde se
había metido. La función de descrédito estaba formada.
Juan
había oído hablar de estas amenazas, pero ahora los vivió en
primera persona. Su reputación era muy importante, su trabajo y no
podía dejar caer en la extorsión. Hacía unos días se metió en
una pagina de descargas de libros, de pronto apareció una pagina de
sexo. No podía salir de ella, el ordenador hacía un bucle para
registrarse. Tuvo que bloquear el equipo para poder salir del mismo.
Aquello le importuno pero como pudo salir no le dio más importancia.
Las
primeras preguntas fueron a cumplir lo solicitado, pero por otro
lado, si aceptaba, había terminado la pesadilla o se aumentaría a
una nueva solicitud de dinero, en un una espiral inimaginable.
Juan
sabía que aceptar suponía entrar en una espiral inimaginable con
consecuencias del mismo tipo.
El
desayuno pareció como si se paralizara y una masa de corcho se
hubiera formado en el estomago.
Juan
tiene que tomar una decisión con muchas posibilidades de afectar a
su vida profesional y familiar, como se detallaba en el comunicado
recibido.
Juan
abrió la opción de convertirlo en correo no deseado. Por ello
ignorar las amenazas recibidas. La digestión comenzó a funcionar de
nuevo y un respiro llegó a su nariz, liberando la tensión
acumulada.
Abrió
sus correos de trabajo, pero con seguridad.
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