Agustín
salió de casa camino del vivero de árboles. Una intriga de que
puede encontrar allí, le hace estar dubitativo.
El
quería ofrecer su habilidad manual en un sitio donde no tiene que
haber reglas y si forma de hacer las cosas.
Las
palabras pueden dividir pero también aunar. Pero la duda le lleva al
nuevo sitio, donde ofrecer su tiempo y habilidad manual a una
asociación sin animo de lucro, donde no se recibe dinero estatal,
solo de las cuotas de sus socios. Ello les hace libres en sus
decisiones.
Agustín,
cree estar vuelta de todo y ya las palabras no creen liarle.
Quiere
encontrar el funcionamiento de la asociación, preguntando a los
miembros que llevan menos tiempo, encuentra contradicciones en sus
argumentos y le parecen vagos. Pero encontró buena voluntad de
intenciones lo cual le bastó para volver otro día.
Una
ilusión despertó en su mente, ofreció lo que estaba en su mano
estiércol de caballo.
Pero
al día siguiente se encontró con otra persona, con la autoridad que
le daba su tiempo de pertenencia a la asociación le veta tal acto.
La frustración llega a su cara y se contiene por no formar una
escena ante su mujer.
Este
hecho marcó su forma de comportamiento posterior, donde se creyó un
simple peón y duraría el tiempo que fuera necesario. Su mente
empezó a ligar situaciones de desilusión de cuestionar al genero
humano para sentirse fuera del mismo circulo. Pero su ilusión y
ganas de hacer vencen, en primera instancia estás trabas sufridas y
salé el Agustín con iniciativas, con ganas de vencer esas ideas
preconcebidas que tanto daño produjeron a su persona.
Reparo
el invernadero, escaleras y repico árboles.
La
chispa de ilusión parece haber encendido en su cabeza, ahora debe
vencer a su viejo enemigo, él.
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