lunes, 3 de julio de 2017

SUS OJOS SOSTIENEN UNAS ENORMES BOLSAS







Sus ojos sostienen unas enormes bolsas, según van pasando los días se acrecientan. La lozanía la perdió hace unos años.
Ana trabaja en una peluquería, cuando tiene tiempo sale a al calle, para fumar un cigarro que no siempre apura.
Su aspecto ha ido decayendo en esta última etapa. Se ha abandonado la alimentación, su imagen corporal y se siente como un capazo receptor de turbias cosas, tanto en su vida personal como la de otros, cercano a ella.
La peluquería siempre ha sido un nido de murmullos, donde todas creen tener la verdad de las cosas.
Pero Ana en estos dos años ha bajado el pistón de su vida, haciéndola más despreocupada.
Trabaja solo por las mañanas. Por la tarde ha tenido siempre tiempo para ocuparse de la crianza de sus dos hijos, ahora adolescentes y cuidar la casa, hasta la llegada de su marido, allá por las seis de la tarde. Su relación con él se ha ido deteriorando, precisamente desde hace dos años y los problemas de sus hijos ya son diferentes, con lo que se siente desbordada.
Su casa es pequeña tiene dos habitaciones y el comedor. Donde se hace toda la vida hogareña. Una mesa donde se come y otra auxiliar donde los muchachos hacen los deberes, aunque en realidad es un nido de disputas.
Ana sin querer o queriendo va recogiendo cosas continuamente, las va guardando como en bolsas, similares a las que cuelgan de sus ojos.
Su desvalorización es cada vez mayor y no se siente apoyada. El trabajo se le antoja rutinario y siente tocar fondo, con todas sus consecuencias.
El verano parece estar cerca pero quizás no valga para enderezar su vida, al menos así lo piensa. Con lo cual pierde el estimulo gozado hace años, con la narración del mismo.

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