Juan piensa que lo que se refleja
en su mente es la realidad. Es obvio que si, pero la plasticidad de otro
pensamiento queda lejos de su círculo de verdad.
Cuando comunica con alguien su
posición es muy rígida, no da lugar, a esos otros, puntos de vista.
No es consciente pero si observa,
como otras personas se van separando de la comunicación con él. Pues no existen
cosas más odiosas, del que todo lo sabe y es poseedor de la verdad en cualquier
circunstancia.
Sin darse cuenta, Juan, se retroalimenta
con sus ideas dejando de lado, las otras. Es curioso como si un halo invisible
le envolviera y cualquiera lo pudiera ver, pero por mucho que mire en el
espejo, buscando tal traje, no encontrara nada. Alguien dijo una vez que
rectificar es de sabios, evidentemente cuando se expreso esa lección, Juan no
estaba, o estaba distraído, y por tanto no interiorizo ese mensaje. Aunque es
cierto que el mismo, se ha presentado muchas veces a lo largo de su vida. Pero
es como si no fuera determinante y por ello no importante. Había ido acumulando
otro gran número de cosas y las erigió en principales, por ello lo demás es
secundario.
Esta manera de ser le ha llevado
a que una simple discusión de tráfico le lleve a un enfrentamiento con un policía
y ha terminado en comisaría y denuncia por ambas partes. El problema surge
cuando ambos tienen razón pero prevalece la del agente de la autoridad. Aquí ya
empieza a tener que replantear su actitud en general. Pues ya hay consecuencias
judiciales, es el momento de cambiar la misma. De lo contrario es como meterse
en un pantano donde una vez entrado estas enfangándote más y más, sin importar
la dirección, salvo retroceder los pasos efectuados.
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