Juan es un chico de seis años. Tiene
unas gafas con cristales redondos y más de una vez reparadas.
Es un muchacho inquieto, luchador
por conseguir su autonomía. Un buen día, su madre le permite ir a entregar unos
papeles a una tienda dos calles más debajo de donde vive.
Juan lo vive como una gran
aventura, por fin consigue ir el solo con su patinete para hacer algo, sin
tener que ir con sus padres ni hermanos. Agacha su cuerpo en busca de más
velocidad y aventura, pero alguna mirada hacía atrás busca como su madre y
hermanos toman otra dirección. Ya no hay vuelta, ellos van a comprar. En el
paso de cebra mira varias veces en ambas direcciones, a pesar de ser sentido único.
Y trata de hacer, su misión, lo más rápido posible. Para luego ir al parque y
poder contar la aventura a sus amigos. Pero no puede evitar una y otra vez
mirar entorno a la seguridad perdida. Pero allí ya no hay nadie conocido,
empieza a dudar si sabrá hacerlo bien, ruta realizada muchas veces, pero ahora
es el solo, con los dos estímulos, contrapuestos.
Enseguida llega a la tienda donde
tiene que entregar la bolsa, con un departe de mi madre. El dueño le da las
gracias y le restriega la cabeza, alborotándole el movido pelo. Y un ten
cuidado.
Lo siguiente es ir al parque,
otras dos calles para arriba, pero su vehiculo tiene mucha fuerza y sortea los
peatones que interfieren su destino. Enseguida llega pero para él ha sido una
gran prueba de fuego, ha sido útil y ha sido capaz de realizar una gran misión.
Juan busca a sus amigos para
contarles lo que ha sido capaz, siempre exagerando un poco, para poder ser más
valorado y reconocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.