Juan es un joven, como cada uno
de ellos, busca su lugar en esta vida compartida con tantas personas. Donde las
calles están trazadas y los edificios construidos.
Juan está dotado de una gran
curiosidad, por ello trata de entender porque se han realizado las cosas y si
hay posibilidad de cambiarlas. Esté entusiasmo le llega a saber manejar los instrumentos
a su disposición y llega a la conclusión de poder hacerlo de otra manera. Es
aquí donde surgen los problemas de confrontación con lo ya establecido. Estudia
las ciudades como foco de fricción entre sus habitantes por convertirse en
focos de aislamiento, donde cada persona va a lo suyo, sin importarle el resto
de personas.
Sus amigos le ven como un bicho
raro y por ello se van alejando de él. Pero logra encontrar personas nuevas con
intereses parecidos. Esto les marginaliza par ser una especie extraña. Pero la
sociedad necesita de soñadores para poder mejorar las condiciones de vida, como
supuso la entrada de la luz eléctrica en los hogares o, la misma, agua
corriente en ellos.
El contacto entre jóvenes de
ideas similares les hace crecer como personas y saber que no es una locura
personal transitoria.
Juan consigue un centro de
reunión y de trabajo para todos aquellos jóvenes, dispuestos a crear
alternativas.
El proyecto transciende a lo
local y empieza a ser noticia en otros puntos del planeta y comienzan a llegar
interesados vía Internet de colaboración.
Sin darse cuenta Juan tiene que
coordinar los intereses de otras personas y sus soluciones para aportar
soluciones diferentes, confeccionadas por otras personas. Elude poner filtros
pues sino será un censor de ideas, pero si aportar que los mensajes sean claros
y portadores de soluciones.
El trabajo se multiplica y hay
que delegar en muchas personas para funcionar.
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