La
nueva vivienda se encuentra al finalizar el pueblo en una
urbanización cerrada, como si de una isla se tratase. Tan aislada
que hace falta uno o dos vehículos por vivienda para conectarte con
los servicios del pueblo o con el trabajo en la ciudad.
Aquí
se respira tranquilidad, coinciden todos los vecinos. En realidad lo
que se respira es soledad y aislamiento.
Un
parado arriesgo sus ahorros para montar un bar en otra isla cercana
con locales comerciales, vacíos. Nadie se arriesga a poner negocios
ante la perspectiva de tan poca gente. Si pasas por delante, muchas
veces el único ocupante es la televisión puesta, por supuesto que
nadie que la siga. Su ilusión se va día a dia desmoronada. Solo
los fines de semana se ve recompensado. Pero tanto tiempo con el
negocio vació da mucho que pensar, y no precisamente, positivo.
Cerca
subviviendas elaboradas con cualquier material, muestran a nuevos
ocupantes de los que hay que protegerse, ya no están tan seguros.
A
un kilómetro se encuentra otra isla donde hay supermercado y
oficinas de servicios varios,
La
ilusión por poseer una casa propia se va desvaneciendo, porque se
buscan los inconvenientes y a veces, pesan mas que los convenientes.
Martín
siente que tantos coches necesitan un taller y él se lo va a
ofrecer, en unos locales que no consiguen abrir, pues nadie apuesta
por el lugar que viven.
Nuevas
ilusiones a juntar a la de tantos que han confiado, sus sueños y
ahorros, a la obtención de su vivienda.
La
frase esta lejos de todo, es la que mejor resume el espíritu de los
nuevos vecinos, aunque hay mucha tranquilidad, es la que sigue para
compensar el comentario despectivo, que genera, mucha frustración.
Que
lejos quedan los planos que muestran un entorno idílico, totalmente
vacio.
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