Un
accidente es un impacto, entre una manera de pensar y una realidad.
Nosotros chocamos ante la manera de ser, nuestra, y lo que parece ser
una catástrofe es una adaptación de la rigidez de nuestra forma de
pensar. Chocamos y entonces nos damos cuenta. No podemos quedarnos en
el hecho físico, ese que nos produce dolor y hasta rabia, sino en
la enseñanza. Olvidamos que en esta vida estamos para aprender, no
para recoger los frutos de la rabia y la intolerancia. Que se plantan
y surgen en muy poco tiempo, una gran cosecha, como las que surgen en
los mares de plástico en las zonas sureñas de la península
ibérica.
Tanto
tenemos que aprender que nunca podemos cerrar el libro del estudio,
es lo que nos hace sabios. La sabiduría es parte de nuestro
crecimiento interior y nos hace mas libres. Mejores personas,
Realmente descubrimos, es nuestro aprendizaje, no solo en el caso de
los niños, somos todos, cada día es nuevo, es una oportunidad única
que nos brinda la vida. Es fácil olvidar pero cada día es
irrepetible, puede ser el mismo escenario, los mismos personajes pero
nosotros no somos iguales, esa es la razón que diferencia de otros
momentos. Ese es el instante mágico, aquí y ahora.
El
accidente, igual que cualquier circunstancia de la vida, es parte de
la película que nosotros hacemos y vivimos. Si no olvidamos esto, si
la película que desarrollamos no nos gusta, la culpa es solo
nuestra, no hay que buscar a otros para echar la misma. Los
directores, realizadores y actores somos nosotros. Sin embargo
sentimos que somos parte de otro gran film. Es mas fácil seguir la
misma, de los demás. Para poder juzgarla y nosotros quedar en
nuestra butaca con una sensación agridulce.
El
accidente siempre enseña
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