Escribe
su historia, una maravillosa historia, de la que se siente muy
satisfecho, Juan.
Esta
tan seguro de ella que la vive como una gran pasión, ha realizado
todos los detalles, le parece la narración perfecta. Hay un concurso
de relatos y quiere enviarla, se siente satisfecho, las teclas del
ordenador se han conjuntado para que salga bien, hasta los mas
mínimos detalles, han sido plasmados. Un prodigio.
Una
vez terminada comienza la segunda lectura, donde se sacan
redundancias, errores de estilo y demás. Es aquí lo que teme Juan,
en esta criba suele ser muy critico.
Enciende
el ordenador y comienza la lectura. Primer problema, como lo va a
titular, el titulo es la presentación que puede hacer que un relato
pase desapercibido o te enganche a la lectura. Surgen las dudas, el
tiempo pasa y no se decide, bueno hay que comenzar la lectura, luego
se buscara el encabezado, mas tarde.
Juan
comienza su nerviosismo y su titubeo. Las primeras lineas son motivo
de control, hay que avanzar, de momento quedan como están. Sigue la
lectura pero la leyenda que ha creado, no le resulta creíble para el
publico, lector.
Según
va sucediéndose la lectura aparecen mas dudas, eleva el nivel de
critica y va perdiendo su interés. Esa realización perfecta, donde
todas las piezas del puzzle, encajaban a la perfección, resulta que
es un sistema anómalo que no se sostiene sobre las bases creadoras.
La
cara de Juan va cambiando empieza a tener una gran frustración, por
no ver culminado la prueba del análisis, ni siquiera la del titulo.
Vuelve
al comienzo del relato y comienza a seleccionar todo el texto, acto
seguido aprieta la tecla supresora y el ordenador muestra una
pantalla en blanco, por supuesto carente de titulo. Ni siquiera ha
guardado en sus documentos.
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