martes, 8 de diciembre de 2015

LA CAIDA




Porque estaba esa valla un poco mas separada de lo normal que hizo que tropezara con ella y sentí mi cuerpo arañarse sobre el asfalto, mientras note que mis gafas se quebraban. Eran los últimos cincuenta metros de la meta en una carrera donde la voluntad es la que manda y el cansancio se acumula.
Afortunadamente siempre hay personas que te ayudan y te llevan al lugar donde limpian tus heridas y tratan de contener las hemorragias con puntos de sutura.
Cuando analizas porque te has caído dos veces en una semana, no suena a casualidad, sino un aprendizaje.
Tu cuerpo magullado, va sintiendo los dolores que vienen en “frio”, cuando el cuerpo deja el calor de la carrera y busca la inacción. El descanso. Se hace necesario en busca delas contusiones. Cuando un niño se cae se levanta con la misma facilidad que fue. En el caso de adultos puede convertirse en una tragedia, pues los tejidos ya no son tan elásticos, la piel pierde la misma y tu cabeza tiene que asimilar todas las cosas, muchos datos en poco tiempo. Nuestro procesador no tiene las velocidades de vértigo y se transforma en uno lento, a lo mejor, mas seguro, pero la velocidad disminuye, eso esta muy claro.
Pero siempre hay un gracias a toda la gente que te ha ayudado, desde el municipal que te acompaña, el amigo corredor y el personal de servicio de urgencia, que empieza a rellenar el informe con tu nombre a secas y se refiere a ti, sin importar las incoherencias dichas.

Siempre hay una lectura positiva, aunque haya existido un accidente. La culpa nunca fue de la valla, siempre fue miá, y mi trabajo es descubrir el aprendizaje, que se asoma en todas las facetas de nuestra vida. La carrera fue terminando

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