lunes, 7 de diciembre de 2015

EL NUEVO ANACORETA




Una vez un hombre que le gustaba mucho soñar. Tenía la suerte de poderlo hacer, la mayoría del tiempo se aislaba y dejaba su imaginación a funcionar, luego lo escribía, para evitar que su memoria le jugara tristes pasadas, dejando en el olvido.
Hasta tal punto se iba separando de su mundo cercano, que sus allegados se preocuparon por ver si estaba dominado por una enfermedad. Pero no tenían ninguna posibilidad, pues el no solicitaba ayuda. Había elegido su vida como los anacoretas lo hacían en el pasado. Apenas se alimentaba, pues no reponía la comida consumida.
Realmente la preocupación viene de los demás.
Cortaron la linea telefónica, pues necesitaba, estar aislado. La presión de sus familiares que vieron su deterioro físico fue grande . Lo que hizo que tomara un taxi y concertara que le llevara a un pueblo donde sabía que había una cueva con un manantial cercano. Recogió la ropa que pudo necesitar y tras pactar el recorrido. Emprendió el viaje. Nadie sabría donde estaba, ya no recibiría mas presiones. No sabía cuanto tiempo estaría, solo su cuaderno llevaría el control de su día a día.
Tras llegar al pueblo solo tenía que ascender por un camino de tierra que le llevaría a su hogar. Adecuo un poco la zona y puso su saco de dormir, unas velas le darían la luz que pudiera necesitar.
Los días transcurrieron lluviosos y tras un sol lleno de energía se aproximo un hombre mayor que pastoreaba con sus cabras y ovejas. Que se extraño de encontrar a nadie allí, emprendió una conversación y tras hablar durante unas horas le prometió subirle pan, fruta y un queso de los que el elaboraba.
Rompió su ayuno y disfruto de los alimentos que compartió con él.

Las visitas se convirtieron en rutina, enriquecedora.

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