sábado, 19 de diciembre de 2015

EL NEGOCIO DE DANIEL



- Estoy preocupado, Juan.
- ¿Que te ocurre?
- Como bien sabes abrí el negocio hace seis meses.
- Si, recuerda que estuve en la inauguración, y… , que Daniel.
- Empezó a funcionar muy bien, y creí que estaba en la cresta de la ola. Y ahora hay días en los que entran dos personas.
- Vale siempre puede ocurrir eso. Siempre, Daniel, queremos cantidad, porque eso da mas poder económico.
- No, Juan ya sabes, que no se trata de dinero. Sino que lo que ofrezco ha dejado de interesar a la gente.
- Entiendo que ese tiempo que pasa sin nadie en tu negocio, de espacio para especular, mil y una cosas. Pero ahí esta tu trabajo, de transformar esas dos personas en lo mas importante en tu día.
- Ya conoces que esa es una de mis premisas o normas, pero a veces la ausencia de personas, te plantea si te estas equivocando. Y estás ofreciendo algo que no necesita la gente.
- Tu producto es tan interesante hace seis meses como ahora mismo. Eres tu, el que deja de incentivarlo y te pierdes en los mares de dudas, es donde radica el problema, cuando tu has visto que tu negocio funcionaba te has relajado y has omitido cosas que deberías de hacer. Imagínate que tienes una huerta y sus frutos son con los que consigues unos beneficios económicos que te permiten vivir. Pero si tu te descuidas, la huerta seguirá produciendo pero en peores condiciones, los frutos que recojas ya no serán los mismos que tenias en la primera época. Les faltara algo, y ese algo es el cariño que les aportabas, el fruto está pero le falta el plus que los hace diferente.
- Gracias, Juan, lo acabo de comprender.

Entonces, conoces el camino.

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