miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL ESGUINCE




A veces, el balanceo que se produce en el autobús, es mas pronunciado algunos días, es verdad que los conductores no son los mismos, aunque el recorrido si lo sea. Ese movimiento provoca un disgusto en los ocupantes que va en creciendo con cada nuevo desplazamiento. Cuando surge la primera voz de queja, parece como si se hubiera incendiado la mecha y todo esta atento a la nueva maniobra del conductor. Los ánimos se encrespan.
Pero Juan llega a su parada, con lo cual cree, haber terminado su movimiento, ahora se hace a través de sus piernas, y estas, son mas previsibles. Pero no es así, un charco escondido entre hojas acumuladas, le hace que gire su cuerpo de una forma anormal y el pie caiga en una posición anormal, con lo cual se produce un fuerte dolor. De un color blanquecino llega a su casa y explica lo ocurrido. Así que hay un nuevo destino, el hospital.
Toman el coche y se dirigen al cercano hospital. La piel comienza a dilatarse para dejar la muestra de una inflamación y un dolor que inhabilita cualquier movimiento.
Juan espera los resultados de la radiografía aunque sabe de que se trata.
Reposo y una bolsa de guisantes congelados harán parte de la función que con la unión de medicamentos, antiinflamatorios y analgésicos. Serán su tratamiento.
Pero la rabia aparece al descubrir que mañana iban a pasar el fin de semana fuera de casa. La cabeza se satura los pensamientos se acumulan, parece como si la cabeza también se tensionara y necesitara aumentar de tamaña, afortunadamente, esto no ocurre así.

Juan va recuperando su estado de animo y pone la bolsa de guisantes, congelados en su tobillo derecho, la pierna estirada, la mirada perdida, en nada concreto. Su mujer llama anulando servicios, contratados.

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