miércoles, 9 de diciembre de 2015

EL CHARCO





Juan decide, cruzar el charco. Cuando el día se levanto lluvioso, sale a dar un paseo por el parque cercano. Delante de el una gran masa de agua acumulada. Al pensar en hacerlo, decide pasar con sus botas de caminar por la montaña, recién compradas, tienen una característica y es que su tejido, del que están confeccionadas, son repelentes al agua. Que mejor que este charco para probarlas. El niño interior sale de dentro. Y como niño con sus zapatos nuevos, comienza la travesía.
Según va pasando el mismo, nota que sus pies siguen calientes y no siente la humedad, pero ha olvidado que su caminar genera unas olas que sobrepasan el territorio de sus botas, produciendo un desborde que penetra en los calcetines, el agua se ha teñido de la tierra arcillosa, dando un color chocolate.
Juan se sonroja y mira para todos los lados, en busca del espectador que haya contemplado la escena. Afortunadamente, dado la hora y lo poco que invita el día, no ve a nadie.
Su calzado se ha vuelto marrón, eliminando el original, gris con rayas azules. Lo siguiente es ir a su casa por la parte menos transitada, porque seguro que todo el mundo se fijara en sus botas sucias. También podría llover, esto sería como una cortina que tapara la visión de los paseantes.
Pero al contrario, sale un tímido sol con mas fuerza que no apareció, los días anteriores.
Tal vez corriendo se le vera menos. Toma esta opción, que al fin y al cabo es un escape. La maniobra va saliendo bien los once minutos a casa se reducen a cinco. En su carrera va desprendiendo la tierra adosada, Mientras sus calcetines notan un chapoteo nada confortable.

Sube las escaleras de dos en dos y abre la puerta. Está salvado. 

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