Los
paraísos artificiales son la creación, mediante productos químicos
o plantas de un estado anormal de la mente. Esto es lo que leyó Juan
hace unos años.
Tenía
la necesidad de salir de una situación que no le gustaba y encontró
la formula en el fumar plantas con cannabis. De hay siguió con el
alcohol y experimento con la cocaína. Sustancias que cambiaron su
vida a un mundo alucinativo, donde cada día, su cuerpo físico se
resentía, cada vez más.
Juan
no pudo parar pues la única salida es seguir adelante. Su
creatividad se fue adormeciendo y su mundo se convirtiendo en etéreo
hasta que tenía que comprar, nuevas sustancias para poder seguir.
Busco
ayuda pero las personas que le conocían le dieron la espalda, a
nadie gusta estar con un guiñapo. Su soledad se convierte en una
angustia.
Se
sienta bajo un árbol, en el parque cercano a su casa y espera a
nada. Sus ojos llevan el camino de su mente, vacilante. Un hombre que
pasa a su lado descubre el proceso y le pregunta si le puede ayudar.
Una
se sincera y resume que su vida esta sin luz, no ve futuro y se
siente victima de las dependencias. Le ofrece la mano para ayudar a
levantarse, pero el deterioro físico es tan grande que sus huesos
apenas pueden mantener la posición erecta.
Le
lleva hacía un banco de madera y le dice que le espere, pues va a
comprar agua, sus ojos se entornan. Se dirige a un supermercado donde
solo hay una cajera, la fila de personas es muy larga, duda si salir,
pero espera su turno. Han pasado quince minutos desde que abandono el
banco. Al llegar ve a Juan con la postura quebrada, le toma el pulso,
pero su corazón dejo de latir.
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