Juan
sale de su casa desencantado, ha recibido muchas noticias negativas
en los últimos tres meses. Abandono a su familia en busca de ganar
más dinero con el que poder seguir un ritmo de vida que no era el
que quería. Su mujer y sus dos hijos demandaban seguir en ese
autobús, por ello tras meditar con ella, elige un país
extranjero, donde sera más fácil conseguir el dinero que en su
propio país no puede obtener.
Tras
un mes buscando donde y como, decide emprender su camino laboral,
Cada veinte días volverá a ver a los suyos, esto es lo que se
proponía. La realidad siempre es de otra manera. El horario laboral
ocupa casi todo el día, incluido fines de semana.
Una
gran sensación de frustración, empieza a apoderarse de él. Pasa el
tiempo pero no tiene vida. Desde que salio de su casa, su mujer se
manifiesta de una manera diferente, y los críos apenas quieren
hablar con él, salvo monosílabos.
Juan
acaricia pensamientos suicidas y hasta elige el lugar, un edificio
alto al que se accede a la última planta tras sortear un numero de
puertas, solo sera dejarse caer y dejara de llevar una vida que no le
satisface.
Hoy
es el día, libra por la mañana y no le dice a nadie que va hacer,
pero si deja una carta, encima de su cama, del porqué de su acto. En
su paso decidido, olvida que en la acera hay un cable, que es
debidamente enganchado, lo cual le lleva a caer a una zanja, con tan
mala fortuna que disloca su tobillo.
Desde
luego la altura no es la prevista, pero si requiere que unos
camilleros acudan a su rescate. Traslado al hospital y llamada a la
empresa. Juan no encuentra su día hoy.
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