El objetivo era
tomar una decisión, Ana lleva tiempo en un dilema elegir entre dos
opciones, pero no era decisión como elegir el color de un jersey, es
algo más, pues de ella se deriva cambiar el curso de su vida. Que
difícil es elegir cuando se trata de tu vida, la duda siempre
surgirá si habrá tomado la mejor decisión.
Ana a estado en este
dilema, durante un mes y el tiempo se le acaba. Mañana es el día,
por supuesto ni ha ido a la cama sabe que dará vueltas y seguirá en
el mismo tema, sin encontrar una solución. Ha probado diferentes
métodos como aquel que tienes que escribir los pros y y los contras
de cada opción. Pero el bloqueo siempre ocurre en ver lo bueno y lo
contrario. No quiere llamar a ningún amigo porque sabe que lo que le
digan no sera su apuesta personal. Es una cosa que ella debe tomar.
En el sillón comienza el contorsionismo en la esperanza de encontrar
una postura que la haga descansar y olvidar la decisión.
Alas siete de la
mañana el cansancio la doblega y cae en un sueño, no reparador sino
lleno de pesadillas, pero que la aísla del tema.
Toma una ducha en
busca del consuelo de las gotas cayendo por su cuerpo, mientras su
pelo sirve de vertedera para llegar al resto del cuerpo.
Es en el momento de
secarse cuando va despejando de humedad su piel, cuando se le
enciende la luz, una luz pequeña que empieza a germinar con un brío
grande y la llena de seguridad, de decisión.
Ana se pregunta como
no lo había visto antes. Su cara es reflejo del cansancio pero sus
ojos tienen un brillo especial, el motivo es simple: sabe lo que va
ha hacer.
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