Como siempre,Isabel,
baja a hacer la compra en el supermercado que esta cerca de casa. El
pueblo donde vive no le gusta, conoce a mucha gente, incluso tiene
familia. Pero no se siente identificada con el mismo. Como cada
persona lo que no se tiene es motivo de atracción. En su búsqueda
para salir, lo hace en otras ciudades mas grandes, mas deslumbrantes.
Pero los brillos, una vez que nos impresionan sus primeros destellos,
se convierten en luces mate. Y precisamente, la palabra mate viene
del sinónimo muerto y a nadie la gusta vivir con muertos. El olor y
la energía cadavérica no son buenas para nadie.
Isabel esta
dispuesta para ir a vivir a cualquier ciudad, pero sigue sin ver que
el problema no esta donde ella vaya, sino en las maletas que porta.
Las valijas son sus pensamientos así de fáciles de llevar o tan
pesadas como nosotros queremos que sean.
Según baja las
escaleras de su casa tropieza en un escalón y el apoyo del pie es
defectuoso lo que origina un intenso dolor. Como puede avisa a un
taxi para ir al hospital. El diagnostico es un esguince que curara
con reposo y un apósito de sujeción.
Isabel se lamenta de
su mala suerte. Pero alguien en la rehabilitación le sugiere cosas,
para que empiece a cambiar en su vida.
Isabel dice que todo
eso ya lo sabe, por ello no escucha nada nuevo. Pero hay algo en su
terapeuta que la da mucha paz, sus palabras son sosegadas, le propone
cosas fáciles, al alcance de cualquiera.
Eso le llega y en su
casa comienza a experimentar, las pequeñas cosas, que anoto en su
libreta para que el olvido no haga desaparecer las ideas.
El pie va cogiendo
su tono, al mismo tiempo que su cabeza.
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