Juan
es el prototipo de espectador. Le encanta ir al cine, al teatro, a
cualquier espectáculo donde él se siente espectador. Esto le lleva
que al ir a cualquier ciudad busque un banco en una calle concurrida,
o la terraza de algún bar y quedarse a mirar. Muchas veces las colas
formadas para hacer cualquier compra, le valen para ser observador.
Juan
no le gusta la vida de ser actor, sino de la reflexión, donde tanto
se aprende, pero donde la vida se convierte en una película, donde
no te sientes identificado con tu propia vida. Esto conlleva a un
sentimiento de ensoñación, donde eres parte de un sueño, donde
sabes que tarde o temprano te despertaras y todo habrá acabado, por
lo menos el sueño en el que estabas inmerso.
Juan
vive solo, quizás por evitar compromisos, de tener que hacer un
trabajo común, tira para tras el compartir su vida con nadie. No
tiene la necesidad de sentirse parte de la vida de nadie.
Su
trabajo en la portería de un edificio hace, que mucho tiempo se
convierta en la rutina de un tele espectador, sin mucha necesidad de
comunicar con los vecinos. Gracias a que es un edificio nuevo, donde
nadie conoce a nadie, ni hay la necesidad del trato normal.
Hoy
es diferente, se produce un incendio en la sexta planta y el gestiona
la llamada a los bomberos, ante la llegada de estos, se le solicita
la llave de acceso a la vivienda y le piden que les acompañe, cosa
que ya deja de hacerle gracia, ya se esta convirtiendo en parte del
papel. Hubiera preferido observar desde su puesto privilegiado todo
lo que allí esta acaeciendo. Pero al abrir la puerta una bocanada de
humo y fuego le lleva a tirarse al suelo y revolcarse.
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