lunes, 24 de agosto de 2015

EL DOLOR DE JUAN



Juan siempre sufre de lumbalgias ocasionándole vivir en una limitación de sus actos físicos. Su gesto de dolor, ha permitido que arrugas se alojen en su cara, tras el entrenamiento de contracción de los músculos de su cara, como si hubieran ido al gimnasio y los movimientos repetitivos hubieran dado el cambio en las facciones de la cara.
Hombre profundamente temeroso va encadenando un dolor que llega a pensar si va implícito con él. Precisamente, esa amargura se va llenando a su comportamiento social y le esta llevando al bode del hurañismo. Las visitas al medico se traducen en continuos relajantes musculares y antiinflamatorios, cóctel, que no le da resultado, mas que a corto plazo. Uno o dos días y vuelta a empezar. Llego a probar estiramientos que como le producían dolor los evita como si viera la cara del demonio. Los masajes eran un paño caliente, bien para hoy hambre para mañana.
Desde que despierta la mueca de dolor es su fiel compañera.
Hoy recibe la visita de una ex-compañera. Que le hace reflexionar el por qué se encuentra así. Juan se pone a la defensiva, defendiendo que su problema es genético y por tanto no tiene solución. Su padre y su madre lo padecían, así tiene la justificación para no sentirse actor de su vida.

La reflexión para que cambie de manera de ver las cosas le queda implantada. La marcha de su amiga le deja en una reflexión que no había conocido era una nueva compresión de toda su vida. Cosa que se hace difícil, tras haber asumido que era un defecto de fabrica. Entender de la responsabilidad de nuestros pensamientos en el aspecto físico, es realmente complicado entender. Pero los pensamientos son como la catarata de las fichas del domino comienza a funcionar, una vez más.

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