Hay
un dicho que dice: “nada es lo que te cuentan”. Con esto se crea
una desconfianza generalizada. Este escepticismo genera una sospecha
que provoca recelo. Sin darnos cuenta vamos generando un miedo en
nuestro interior que agravado crea pánico. Dejamos de ser libres y
nos instalamos en el espacio del encadenamiento. Curiosa manera en la
que, como el agua que cae de la lluvia, va penetrando hasta alcanzar
capas más profundas. Sin darnos cuenta estamos empapados sin
sentirlo.
Nuestro
nivel personal se va deteriorando, dejamos de ser fuertes, vamos
siendo más vulnerables.
Se
instala la sospecha dentro de nosotros y en estadios siguientes
podemos llegar al terror, a la angustia. Curiosamente se va
desencadenando una serie de reacciones negativas que condicionan la
manera de ser y sentir.
Ese
hilo invisible esta creando su malla en nuestra mente y condiciona
todas nuestra manera de ser, tanto física como mental.
De
una reunión de palabras se genera un desencadenante nunca imaginado,
con resultados tan definitivos en cada persona. Como puede cambiar la
vida en un minuto y lo peor es no entender porqué ha ocurrido.
Nuestra maquinaria mental se ha puesto en funcionamiento sin saber
como. Un cambio se produce en nuestro interior y parece, que nada es
igual. Nuestros cimientos sólidos, comienzan a tambalear. Este
movimiento genera consecuencias imprevistas. Y nosotros pensábamos
que era un inocente hilo invisible, sin valor ninguno.
Cruzamos
la calle como cualquier día, pero ya no es lo mismo, han surgido
atenuantes que modifican nuestra conducta, ya los coches, tan
acostumbrados, a ellos, son diferentes. El ruido del piso de arriba
se siente de una manera diferente.
Y
pensar que solo ha sido un jueves más y solo fue un comentario
escuchado en la casa de un amigo. Mañana no se como amanecerá, no
lo conozco.
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