La
noticia se convirtió en titular en periódicos, prensa y televisión.
La difusión fue máxima a nivel mundial, todos se habían puesto de
acuerdo, ni el cambio climático lo había conseguido: aunar la
conciencia de tantas naciones tan dispares como China y Estados
Unidos, el resto de países comenzaron a llenarse de un elemento
llamado miedo. Los decesos del virus en cuestión pero tan reales
para desarrollar ¿el pánico colectivo?
Difícil
posicionarse ante tal cantidad de expertos en materia médica.
Los
whatsapp se llenan de informaciones y de memeces chistosas, con
intención de desdramatizar el manto negro generado en la población.
Los fallecimientos parecen ser la bandera de la pandemia generada cifras y más
cifras contrastadas en los diferentes países.
La
muerte siempre fue fuente de tabú, pero ahora se utiliza tan a
menudo que que perturba la vida, provoca miedo e intranquilidad. La
consigna es aislarse en las casas, trabajar telematicamente, evitar
la calle y las aglomeraciones.
Cuatro
mil personas muertas en todo el mundo son suficientes para aparcar
las decesos producidas por falta de alimentos y agua que superan en
un par de días en todo el orbe.
La
información es así, hablamos de lo que algunos quieren que se
hable, olvidando realidades que no requieren la confianza de ninguna
noticia, aunque sea pequeña.
Nos
convertimos en pequeños altavoces con la misma consigna todos los
humanos y a lo largo de cada día. Aunados a millones de personas
resonamos un murmullo molesto que crea tantas inquietudes como los
acufenos.
Toca
tiempo de reflexión y de parar en un mundo que no tiene tiempo para
ello, reflexionar el sin control de cada vida. De la construcción de
un hospital en diez días. Mientras se acaparan productos de los
supermercados ante el temor del aislamiento, miedo a dejar de
poseer.
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