jueves, 5 de marzo de 2020

EL METEORITO



La noticia corre como la pólvora, un meteorito del tamaño de un campo de fútbol, caerá en un lugar indeterminado del país, mañana.
El pánico se apodera de las personas, que no saben que hacer, donde ir, donde esconderse.
Los acaudalados irán a sus refugios anti nucleares, pero el resto, ¿qué?
La hora será a las doce de la mañana.
Las luxaciones de cuello estarán a la orden del día de tanto mirar hacía arriba, algunos lo empezaran a hacer desde ya, buscando esa enorme bola de fuego.
Según pasan las horas la incertidumbre es mayor. La noche se hace corta o larga, dependiendo de los actores.
La afluencia a las bocas de metro empieza a las ocho de la mañana, todos quieren estar protegidos con ese paraguas, valido en tiempos pasados.
El día es soleado, invita a salir y buscar los primeros o últimos rayos de sol.
Martín lo tiene claro ira al banco donde suele ir todos los días y mirara el cielo en vez de las ramas del platanero. Curiosamente observa a la gente correr, todos esperan la llegada del medio día, similar al de las campanadas de año nuevo. Los niños no han acudido al colegio, la ciudad se ha congelado, sin a penas actividad, sabiendo que a partir de las doce todo volverá su ser.
Martín lleva desde las diez sentado, siendo espectador de lo que le rodea. Una pequeña brisa mueve las hojas pero apenas hay trafico.
Una iglesia cercana comienza a tañer, una, dos, las miradas fijas en el cielo, tres, cuatro, abrazos entre familiares, cinco, seis, lagrimas en ojos vidriosos, siete, ocho las respiraciones se hacen más frecuentes, nueve, diez, once y doce.
Un polvo fino cae por todos los lados, es la arena en polvo del desierto de Sahara. Todo pasó.

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