Se
habían casado hace más de treinta y tantos años. Tienen una casa
donde criaron dos hijos. Lo significativo es lo diferente de carácter
y como han estado tantos años juntos.
Lucia
es extrovertida, no pasa desapercibida, su voz grave y las ganas de
reír, están presentes..
La
mirada de Manolo es su definición, difícil mantiene la mirada ante
los interlocutores. Necesita estar en continuo movimiento, aun a
pesar de la cojera que arrastra de un problema de cadera, sino tiene
que hacer se lo busca, no soporta estar demasiado tiempo tiempo con
ella.
El
final siempre es una discusión. Su bigote esconde otras señales.
- ¿Me puedes decir que estás haciendo?
- Colocando estos libros.
- ¿Cuando lees algún libro? Ven a sentarte en el sillón, conmigo.
- Ya sabes que la tele me aburre y los libros no me enganchan.
- Parece que me evitas.
- Ya sabes como soy, tu tienes una manera de ser y yo otra.
- Pero parece con el paso del tiempo, te estás volviendo más “raro”
- Mira quien habla.
- Manolo las discusiones siempre terminan así, tendríamos que juntar objetivos comunes, en unos años nos jubilaremos, el trabajo no nos dará la justificación para estar fuera el uno del otro. Compartiremos mucho tiempo juntos
La
mirada esquiva de Manolo fue la respuesta.
- Voy a comprar unas cerveza
- Siempre haces lo mismo, porque no podemos hablar.
- Crees que no hemos hablado bastante en estos año.
- Nooo, lagrimas en los ojos de Lucía.
La
puerta de la calle sonó, seguido de pasos acelerados en la escalera.
Fuera el tiempo se había nublado y anunciaba tormenta. El sol rojo
lo confirmaba.
Manolo
fue a la estación de autobuses en busca de un billete hacía su
pueblo.
Lucía
no entendía nada.
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