martes, 5 de junio de 2018

LA FRACTURA DEL SUELO




Juan, piensa: a veces la tierra se abre y provoca un abismo del que se genera un vértigo del que resulta, en consecuencia, un mareo. Hoy parece ser uno de esos días. Una llamada cambio su forma de pensar.
Parecía que la noticia hubiera producido un terremoto en su interior, el castillo de naipes, se cayó.
Juan se levantó nervioso de donde estaba sentado, no encontraba el acomodo necesario. Miro sobre la mesa y vio que la baraja de cartas estaba metida en su funda, entendiendo sobre la estructura militar, ese castillo fue una recreación propia.
Cambió su aptitud se sentó y respiró profundo. El tiempo tomaba una nueva dimensión, ya no era inquietante.
Toda esa fractura terrenal solo se había producido en su mente ¿que gran amiga y traidora a la vez? Pensó Juan ¿Como era posible que pudiera suceder dos cosas a la vez? Sin embargo era posible. Su pensamiento seguía su camino. Del desanimo más absoluto era posible cambiar.
Recordó como un amigo le decía que no era necesario el tener mascotas, como los perros y gatos, con las preocupaciones que nosotros creamos, ya es suficiente para tener compañía no se necesita nada más. Utilizaba el eufemismo pero es suficiente para comprender.
Parecía ciencia ficción como se cubría el suelo como por arte de magia. Empezó a creer más en las posibilidades humanas, era el gran descubrimiento en que una cosa la tienes como sabida pero no experimentada por uno mismo. Cuando es el propio ensayo personal el que te hace definir como algo propio.
También le recordó a otro amigo, José decía: cuando entiendes los árboles poniendo su nombre, comienzan a dejar de ser anónimos y solo una parte del paisaje. Para ser algo más cercano que conoces: encina, roble o haya. Haciendo cercano a nosotros.

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