Juan,
piensa: a veces la tierra se abre y provoca un abismo del que se
genera un vértigo del que resulta, en consecuencia, un mareo. Hoy
parece ser uno de esos días. Una llamada cambio su forma de pensar.
Parecía
que la noticia hubiera producido un terremoto en su interior, el
castillo de naipes, se cayó.
Juan
se levantó nervioso de donde estaba sentado, no encontraba el
acomodo necesario. Miro sobre la mesa y vio que la baraja de cartas
estaba metida en su funda, entendiendo sobre la estructura militar,
ese castillo fue una recreación propia.
Cambió
su aptitud se sentó y respiró profundo. El tiempo tomaba una nueva
dimensión, ya no era inquietante.
Toda
esa fractura terrenal solo se había producido en su mente ¿que gran
amiga y traidora a la vez? Pensó Juan ¿Como era posible que pudiera
suceder dos cosas a la vez? Sin embargo era posible. Su pensamiento
seguía su camino. Del desanimo más absoluto era posible cambiar.
Recordó
como un amigo le decía que no era necesario el tener mascotas, como
los perros y gatos, con las preocupaciones que nosotros creamos, ya
es suficiente para tener compañía no se necesita nada más.
Utilizaba el eufemismo pero es suficiente para comprender.
Parecía
ciencia ficción como se cubría el suelo como por arte de magia.
Empezó a creer más en las posibilidades humanas, era el gran
descubrimiento en que una cosa la tienes como sabida pero no
experimentada por uno mismo. Cuando es el propio ensayo personal el
que te hace definir como algo propio.
También
le recordó a otro amigo, José decía: cuando entiendes los
árboles poniendo su nombre, comienzan a dejar de ser anónimos y
solo una parte del paisaje. Para ser algo más cercano que conoces:
encina, roble o haya. Haciendo cercano a nosotros.
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