A
muchas personas se les presenta el dilema sobre como actuar cuando te
encuentras.
Juan
pasea por una calle céntrica y tropieza con una bolsa de plástico
blanca, al chocar con ella se desprenden unos billetes de veinte
euros. Se agacha y mira en el interior, dentro se hallan más
billetes y una hoja de papel cuadriculado con el nombre de una
persona y el numero de cuenta, de una sucursal bancaria.
Juan
ha encontrado una bolsa de dinero no anónima. Pensó que a todo el
mundo le viene bien un dinero extra que no contaba, pero la duda
surgida fue sobre como el dinero obtenido de esa manera desaparece de
la misma forma. Por otro lado fijarse en la persona que lo extravió
y el apuro que le puede suponer, volver a juntar esa cantidad de
dinero, desde luego no debe haberle sido fácil, juntar y menos en
un medio tan rustico de transporte.
Los
pensamientos se agolpaban en su cabeza.
Llegó
a casa y lo primero que hizo fue contar la cantidad. Tras contar dos
veces el total eran nueve mil euros.
No
tenía sentido ir a la oficina de objetos perdidos, pues parecía
haber un destinatario, por supuesto lo podía haber ignorado y quedar
con la bolsa, por ello pensó ir al día siguiente a hacer el
ingreso, puesto las oficinas bancarias habían cerrado.
El
resto de la tarde fueron hacer planes sobre en que hacer con ese
dinero plus. Juan pensó como solo iba a comprar cosas que no
necesitaba.
Por
la mañana se acerco a la sucursal bancaria, relleno el formulario de
ingreso, dejando en blanco el nombre del depositario.
Al
salir sintió mejor persona al haber ayudado, anónimo, a alguien,
posible más necesitado que él. Salió sin recompensa, solo con su
moral más tranquila.
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