lunes, 11 de junio de 2018

EL MALETÍN DE PLÁSTICO




Juan llevaba un maletín de plástico transparente, el asa es de cuerda, como el recipiente de un edredón pero más pequeño.
Lo recogió al lado de los contenedores de basura, le hizo gracia y lo tomó. Cuando todo el mundo lleva las cosas ocultas el decide ser transparente. Por supuesto que su paseo con dicho elemento no pasa desapercibido, solo los cantos son blancos, el resto laminas de material derivado del petroleo pero traslucidos.
Fue de esta guisa a la oficina, en el metro las miradas iban hacía el objeto, al llegar a recepción le dieron unos papeles que instalo en su interior. Quedaba ridículo pero es la decisión que tenía.
Mientras otros sacaban sus ordenadores portátiles de sus carteras, él saco los cuatro papeles y encendió el de sobremesa.
Juan sentía una alegría en la innovación de su idea. Podría llevar el bocadillo con su pieza de fruta junto a los papeles, a la vista de todos. No por el placer exhibicionista, sino por el nada que ocultar. Como las personas todos tienen algo que ocultar a los ojos de los otros. Juan era uno más pero quería romper una lanza por ese otro grupo que no quiere ser igual que el resto.
Al día siguiente lleno su maletín, no se olvido de meter su bolígrafo favorito. Ahora llamaba mas la atención, competía con la ropa de las chicas jóvenes que muestran sin enseñar, parecía que traía una bolsa del supermercado, pero con presentación más trabajada. Los comentarios se podían oír. Pero Juan se sentía orgulloso del transportador que tomó de la basura. Bastara que una persona elija una diferencia para que otros diseñaran un maletín parecido con el logotipo de la empresa de turno.
En poco tiempo aparecieron más modelos similares pero con letras grabadas en colores llamativos.

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