martes, 26 de junio de 2018

LA DECISIÓN





Juan esta seguro de su decisión, iba a romper la sociedad en la que participaba.
Meditó está decisión durante tiempo, por un lado es su trabajo, su esfuerzo personal y los pocos recursos ahorrados con su paciencia y austeridad.
Los socios creían desviar los objetivos hacía un plan económico, donde se precisa obtener más beneficios, siempre a costa de la calidad.
Juan quería emprender otro camino dentro del sector. Intentar rescatar el dinero invertido era lo prioritario para emprender otro camino, desde luego fuera de sociedades, sabe que se podía equivocar pero sería su propio error.
Juan sabia sus principios y está dispuesto a sacrificar el dinero por la sensación de no estar engañando a nadie.
Durante cinco años se adaptó a planes consensuados entre todos, pero llegó el momento en que los objetivos cambiaron. Sus socios se metieron en el circulo de dinero, donde cada vez se necesitaba más y más. Como la serpiente que engulle traga y parece no tener final. Esa sensación le dijo que tenía parar, es un hombre solo, ha empleado su esfuerzo al compromiso del trabajo, dejando de lado la relación de pareja y menos de hijos. Intentando ambas cosas se siente perdedor frente al modelo social. Como consecuencia se ha enrocado en esa soledad que le da un toque de rareza.
La reunión fue fijada a las diez, tenía tiempo para pasear y ultimar como enfocar su propuesta sin crear una ruptura que llevara a los tribunales. Por ello sin herir sensibilidades. Donde mostrar diferencias. Los minutos pasan despacio pero no creía tener todo atado.
Esa incertidumbre le genera un malestar interior, pobre resuelto con un ayuno.
Cuando subió fue a beber agua. Tras la ingesta abrió la puerta de la sala de reuniones. Sentados en la mesa, mostraban su todo esta bien.

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