viernes, 18 de agosto de 2017

LA GUÍA







Sentada en su asiento del avión, solo lleva en las manos una guía sobre la ciudad que va a visitar. El bolso lo coloco en los compartimentos de la parte superior.
Se aferra a ella como si fuera su pasaporte. Intentando no perderse y encontrar todo lo que debe saber sobre su destino. Como si tuviera el oráculo de lo que puede encontrar.
Esta lleno de fotos, pequeños mapas y consideraciones sobre que cosas comprar, comer y donde dormir. Seguramente comprada el día anterior, a penas la ha ojeado y pensó que en el trayecto podría encontrar todos esos secretos. Quizás los nervios o otra cosa apenas logra estar unos instantes sobre cada pagina y comienza el abaniqueo de hojas como queriendo asimilar lo que allí se encuentra. Pero, de momento eso es imposible.
Sus ojos se fijan en la visión que aparece en la ventanilla del pasajero de su lado, que tampoco consigue seguir la lectura de su libro electrónico pues un sopor le ahonda en el mundo onírico y cabecea junto a su respaldo.
Vuelve a coger una y otra vez el libro pero sigue sin centrarse en su lectura, lo vuelve a acomodar sobre sus piernas. Con una sensación de haberse traicionado pues no ha seguido los patrones, por ella, marcados. Como era entender la ciudad, extraña, para poderse desenvolver sin miedo y viendo todo lo que es referente dentro de ella.
El viaje termina a su fin, los altavoces anuncian la llegada al aeropuerto. Tras aterrizar, todos quieren salir a la vez. Ganas por entrar de los primeros y ganas de salir en la misma posición. Siempre la velocidad, pues la vida es muy corta y hay que vivirla intensamente.
Recoge sus pertenencias y guarda su manual dentro del bolso, espera la cola de salida y …

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