Ramón era un fracasado, el gran perdedor. Todo lo que había emprendido le salió mal. Sus amigos y familiares trataban de huir de él, cualquier idea era puesto con clavos para que no fuera posible estudiar.
Ramón sabía de ser un vencido pero sus ideas surgían en cualquier situación, los proyectos que elegía eran de gran inversión económica lo cual le llevó a la ruina en dos ocasiones, pero no perdía la esperanza de triunfar, recordaba los errores de grandes descubridores como Edisón. Y descubría una nueva oportunidad, esto le hacía atractivo a cualquiera menos al circulo que le conocía.
En una reunión de emprendedores logro exponer su proyecto con tanto entusiasmo para convencer a los asistentes de las bondades y los beneficios.
La sala se lleno de entusiasmo pero una voz se alzo, desde la última fila, haciendo saber todos los fracasos que arrastraba este hombre.
El silencio lleno la sala.
Ramón, tosió y tomó el micrófono y comenzó a citar todas las personas que habían fracasado y ahora eran celebrados. Pidió un estudio de cuanto argumentaba y si era factible solicito la ayuda de todos.
La voz disonante desaparecido antes de dar argumentos y sin adversario, Ramón fue subiendo su tono de voz para quitar dudas y dejarlas sin entidad.
El coordinador dijo que el orador había pedido un estudio y seria justo dárselo.
Las palabras del replicador habían creado inseguridad que fue en aumento.
Había desaparecido del lugar pero su sombra se transformo en forma de duda.
Ramón salio disgustado, una vez más no había llegado a conectar. No fue hacía su casa quería despejarse y soltar el lastre que ha arrastrado toda la vida.
Ramón se encontró con su acusador al acercar al portal, de las miradas se pasaron a las manos. Muchos intereses encontrados aparecieron.
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