Al final del día, la linea roja del salón, cambia su color a otro más oscuro. La ventana deja de recibir la luz que el sol refleja. En el otro lado de la acera ya se ha adelantado.
Los coches siguen pasando, aunque los faros son mayoría. Las farolas ya lo hicieron.
Quiere mostrar, Juan, el motivo por el que se han citado a esa reunión en la casa de Marc.
No se siente cómodo, es difícil aceptar ordenes de otro u otros, pero les necesita. Sabe que hay que ceder para ganar, aunque habrá recortes por la cantidad de personas a realizar el proyecto. En la cabeza de Juan se barajan muchas ideas que deben ser resueltas en un corto espacio de tiempo. Si no las aceptan habrá perdido la idea y quedara fuera, por ello debe dejar de ser altanero y líder para diluirse en un grupo.
Las manos buscan una y otra vez sus bolsillos, picor de cabeza, movimientos que no pasan desapercibidos.
Humo en la mesa y vasos de cerveza queriendo mostrar compadreo y estar en lo mismo.
Sus tics se repiten en los otros cinco integrantes.
El más joven va a el frigorífico a traer más latas de cerveza. Marc es quien marca las distancias, demostrando su calidad de líder. El fue el primero que conoció la idea de Juan y es quien junto a los otros miembros necesarios.
Los nervios aparecen por la velocidad de aceptación del plan. Dudas sobre como conseguir hacerlo. Es el momento de Juan de mostrar seguridad.
Se coloca tras la linea y pide los dardos para tirar a la diana. Marc le entrega tres dardos pero con la trayectoria del primero sobran los otros dos.
Cada uno coloca sus fichas en el tablero de parchís, fijando la acción.
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