En tiempos de incertidumbre planea una idea para obtener seguridad, se trata de obtener dinero, este mantra se ha ha seguido haciendo desde la noche de los tiempos. El dinero da poder. La maquinaría se pone a trabajar como llegar a poseer sin tener nada que ofrecer. Surge la idea del dinero virtual, no depositado en ningún sitio y por tanto volátil. Pero aparece un problema, somos personas que nos gusta lo material y lo intangible como el amor no tiene cabida. Pero la semilla se ha plantado, hay que esperar su desarrollo y luego la cosecha.
El trabajo supone esfuerzo y por tanto no es tan apetecible como el planteamiento de la cosecha, sin plantas.
Otros plantean el juego también virtual, donde se pueden obtener grandes beneficios con apenas unos euros, tan fácil como dar a una palanca, dibujada en una pantalla y obtener el rendimiento que una persona tardaría mucho tiempo con su su esfuerzo laboral.
Qué sencillo y si probamos, tampoco hay mucho que perder. Aparece en la cabeza de muchas personas. El anzuelo empieza a captar incautos, liberadores de emociones. En las primeras partidas se consiguen premios que doblan lo apostado. Esto es la comprobación que se puede obtener dinero sencillo.
Un ordenador y las claves de tu tarjeta hacen subir o bajar tus dígitos y sin salir de casa o desde el mismo teléfono móvil en cualquier sitio.
La comodidad da paso a un nuevo estado mental. Seremos más felices, el dinero no da la felicidad pero ayuda, nuevo pensamiento que se trasmite con la misma facilidad que la palabra miedo, que tanto aterra.
Los tiempos cambian, las necesidades siguen siendo las mismas pero en diferentes envases.
Lo inmaterial se pone a trabajar, la carnaza es apetecible para tantos, solo falta esperar y llenar cuentas.
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