Hay veces que el camino lleva a un espacio que pone LABERINTO no se sabe porque nos adentramos en él, nuestro afán por descubrir cosas nuevas nos lleva a ver que hay en su interior.. Solo tenemos que ir hacia adelante sorteando las diferentes barreras que se van presentando, algunas tienes que volver atrás al estar cerrado el paso. Con la intención de llegar al centro, donde tiene que haber algo muy importante, el gran numero de pasos y el tiempo empleado tiene que tener su recompensa.
Setos protegidos por alambreras para evitar la toma de atajos. Unos focos en las cuatro esquinas por si la tarde se torna en noche. En el suelo una línea de luces led indica el camino de salida, con interruptores en puntos del recorrido para evita sensaciones de agobio en personas propensas a la ansiedad, todo parece estar pensado en los visitantes. El camino sin retrocesos tiene cuatrocientos cuarenta metros, Con lo cual ente ida y vuelta puede haber un kilómetro. Tal vez tengamos tiempo para visitar este lugar, en el centro un banco invita a descansa y mirar al cielo, despejado o nuboso, que nos ha acompañado en este camino. Los comentarios de la salida siempre son los más curiosos e invitan a oír las palabras. El camino sigue siempre con variantes alternativas que dan mas posibilidades que la propia línea recta y nos descubre las posibilidades de hacerlo de una manera u otra, siempre llenándonos más o de un meo paso, como tantas personas lo realizan.
Quizás en el laberinto podemos rectificar y volver atrás. Cosa que no siempre se puede hacer en nuestra vida, reconocer nuestro error, volver a donde se bifurcan los trechos y tomar el otro que no habíamos considerado.
Un camino de aprendizaje ciertamente lleno de vida, siempre.
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