Como cada día, la plaza se va llenando de gente ociosa. El tiempo acompaña a reunir a personas diferentes con historias de la misma manera. El accesorio es lo mismo que abrir un libro y descubrir, las diferentes vidas de los congregados. Algún niño que no pudo ir a clase, se acompaña de su abuelo o abuela, supliendo que sus padres no falten al trabajo. Un elemento diferente a días de fin de semana, donde los chorretones gritan y ríen, con algún lamento. Las terrazas compiten con los bancos y acogen a los que beben sin sed. O toman una dosis extra de cafeína. Los árboles como elemento decorativo aplacan el sol de verano. Llegando la una, precedida por la campana del reloj del ayuntamiento congrega a más personas, a pesar de tener un mercado que perdió su centro de abastecimiento con los supermercados llenos de cosas en el mismo sitio.
La plaza tiene sus horas muy definidas. Donde nunca pasa nada y se urden tantas historias.
Hoy la discusión a gritos de una pareja atrae todas las miradas, la entrada al teatro se abre, las opiniones se decantan hacia una u otra persona. No se permanece indiferente. Un corro de personas se forma alrededor. Alguien quiere mediar, pero los manotazos del hombre hacen desistir. Llamada a la policía para restablecer el orden con resultado de llevarlos a comisaría. Los destellos azules acaban, para devolver la monotonía, nadie conoce a los emigrantes protagonistas. Pero se escriben varias versiones secundadas por corros diferentes.
Lejos las calles traen a más personas, para enterarse de la noticia de la mañana, lo que la ha hecho diferente el día. Curiosamente se van haciendo más corros y los amantes de los bulos elevan el empujón a la categoría de agresión, cultivo de los anti inmigrantes.
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