miércoles, 29 de abril de 2020

ENCIMA, SE RIO DE MI




Encima se rio de mi, Juan se dijo para si mismo, no hay nadie que acompañe su sentimiento.

La bajada del autobús, fue lenta y le dio tiempo a volver la cabeza para observar al autor de su malestar, aun la sonrisa reflejada en su rostro.
Difícil olvidar esa boca desdentada y el sombrero de fieltro. Más complicado alejarlo de su cabeza a pesar de haber pasado media hora.
El movimiento mecánico, autónomo, obro milagros para seguir la ruta establecida, sin fijar su atención a todo aquello que pasaba, las flores en los jardines, el loco caminar de los peatones que quieren emular a sus espejos de automóviles.
Al llegar a casa, conecto la televisión en busca del olvido del incidente. Pero era lo mismo que ayer y antes de ayer, no le vale de novedad. Desconecto el aparato y fue en busca de la llena bolsa de basura. Los pasos no fueron briosos, como cualquier día. El encontronazo había marcado su hacer rutinario.
Juan piensa en los caprichos del destino y como cambian su día a día. Intento hacer de su rosto la contra imagen de su espíritu, empresa altamente complicada. La bolsa fue al contenedor correspondiente pero su cara no lograba su voluntad, se acerco al bar donde suele encontrarse con sus amigos de conversaciones banales. Hoy solo Matías estaba sentado en el taburete, sujetando la caña de cerveza, aferrado a ella como todo su poder. Nada más entrar le afea su cara de preocupación. Suficiente para que Juan suelte el suceso.
El camarero secando los vasos, le comenta que es una tontería, lo que le preocupaba. Juan vuelve la cara hacía él y con ojos vidriosos, contesta que sabrás tú.
El camarero abandona su función para colocar las botellas.
Juan miro fijo, dijo: Encima esta riendo, esté.

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