jueves, 13 de diciembre de 2018

UNA CARTA CERTIFICADA

  • Perdone que le moleste, me permite salir. Juan intenta hacerse paso para salir del vagón del metro. Nada mas salir noto un sentimiento de culpa por no haber anticipado sus movimientos para alcanzar el anden.
    La cola de la frutería es larga, solamente necesita comprar un par de manzanas pero evita pedir un favor a los que están delante. Así que sale para buscar otra, que seguramente, tenga menos clientes. Estaba cerca de casa pero el genero es de menor calidad.
    Al fin llego a casa donde no tiene que explicar nada a nadie. Sentando en el sofá conecta la televisión. Pero el sonido del timbre le saca de su estado, se azara pero va abrir la puerta, un grupo de niños pide el aguinaldo. Contrariado les dirige una mirada fulgurante, entorna la puerta y busca algo suelto en su monedero, unas monedas fueron entregadas a los cantarines chavales. Vuelve a su sillón, pero no paso ni tres minutos otra vez el dichoso timbre. Otro grupo de niños con el mismo fin. Vuelve a hacer el mismo rito y cierra la puerta.
    El sillón  volvió a ver visitado. Por tercera vez volvió a sonar. El dinero suelto se le había acabado. Se levanto con más lentitud. Era el cartero que entregaba una carta certificada. Firmo y vio la procedencia, abrió el sobre y el comunicado era una multa de trafico que urgía abonar para tener un descuento, pero el importe rompía su presupuesto mensual. Comenzó a hacer cábalas para poder alcanzar el fin de mes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por participar en este blog.