Juan
no conoce porque tiene tantas dudas, ante todo le surgen y lo
soluciona preguntando a los demás. Le da rabia tener que actuar de
esta manera pero no sabe porque lo hace. Por otro lado tampoco busca
ayuda para vencer esta manera de actuar.
Ha
llegado a plantearse con que pie tiene que iniciar la salida de su
casa. Aun pareciendo ridículo, una y otra vez aparece sigue
actuando. No tiene pareja, el mar de dudas impide ver el horizonte y
difícilmente puede encontrar alguien con quien compartir su vida.
Afortunadamente
con su trabajo no hubo problemas porque fue sugerido por unos amigos
que le facilitaron la introducción laboral.
Salio
tarde del nido familiar pero lo hizo con un piso compartido de dos
amigos. Allí encontró, el refuerzo para tomar decisiones y hasta
hábitos culinarios y deportivos.
Siempre
respaldado no había ningún problema, pero sus amigos encontraron
compañera y salieron del piso, con ello se le vino un gran problema.
Empezó
a gestionar su propia vida, poco a poco fue soltando de esa red que
solo había construido él.
Le
ofrecieron un nuevo trabajo, las alarmas saltaron y comenzó la ronda
de información entre amigos o familia. Las respuestas fueron tan
dispares como poco aseguradoras. Seguía en el océano, sin saber
nadar y con solo dos remos para la barca.
Pero
la presión es cada vez mayor, sigue sin encontrar salida. Con lo
cual elige la salida más fácil abre la ventana, es un sexto piso
abajo una acera que se ensancha, tirando de cabeza el objetivo se
solventaría en escasos segundos.
Lo
hará en una carrera despeja los muebles que pueden estropear sus
pasos.
¿quizás
debería escribir una nota? Dicho y hecho redacta su decisión,
deposita la carta, con el titulo de señor juez, inicia sus pasos
rápidos.
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