Precedido de un
ruido metálico envolvedor, viene el camión de la basura. Su paso no
queda igual, siempre queda algún desecho que los contenedores no
pudieron asimilar. Su boca trasera tiene unas palas engullentes que
compactan la basura hacía el interior del camión. Dos operarios
suben y bajan de los escalones que tienen para su ubicación y una
barra donde poder aferrar sus manos, mientras hacen su camino a la
carrera, los tiempos son importantes para la finalización de su
jornada laboral.
En esa competición,
suben y bajan corriendo, en busca de los recipientes rodantes. Todo
va sobre ruedas. Los operarios tienen monos verde y amarillo
fosforero que hacen que no pasen desapercibidos se asemejan a los
mecánicos de formula uno o de las carreras de motos, todos los que
tienen que hacer algo a la carrera.
Al bajar de su
pescante uno de ellos no se dio cuenta del bache que había y
tropezó, cayendo hacía una moto que estaba aparcada, precisamente,
choco contra ella con la mala suerte que hizo que la moto caiga
encima suyo. Las pocas personas que paseaban por la zona se acercan
para socorrer al accidentado, a pesar del casco de bicicleta comienza
a sangrar profundamente.
Un teléfono móvil
busca la ayuda profesional, mientras se levanta la moto y se lleva al
herido a la silla de una terraza de una cafetería, donde esperar la
ayuda solicitada. Con unos pañuelos de papel se improvisa un
torniquete, con un gran poder de convocatoria comienza a hacerse un
corro de espectadores que todos dan su versión aunque ni lo vieran.
Solo una mujer y un chico joven tratan de dar ánimos al confundido
trabajador.
Por fin los
destellos y la sirena socorren al infortunado. Tambien le meten por
otra boca trasera, pero esta vez en camilla
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