lunes, 10 de junio de 2024

EL MENDIGO

 

El mendigo aparece cada día, siempre que no llueve o sea domingo, apoyado en un pared con las rodillas junto a su pecho y una gorra sostenida por una mano en continuo movimiento, como si el frio indicara el ritmo.

Su imagen es habitual a las personas que por allí pasan, pero nadie se acerca a hablar con él, incluso van hacia la otra parte de la plaza con un sentimiento de despreocupación aun mayor. Al no estar cerca de él no hay responsabilidad, otros se tienen que ocupar de estas personas, alimentación y alojamiento, básicos de subsistencia.

Por fin hoy una persona se para y le pregunta ¿Cómo te llamas? Levanta su cabeza y descubre unos ojos grises claros, me llamo Carlos. Esto da pie a poder preguntarle más cosas donde vive, En el portal de aquella casa, me dejar dormir allí. El albergue siempre esta lleno. Cuando recibe la pensión mínima va unos días a un pueblo a 30 km donde alquila una habitación, se asea y duerme en una cama de verdad por 8,50 euros. Regresa al pueblo y sigue su vida. Su hijo es un directivo de una empresa importante en Holanda pero no tiene contacto con él. Y el presidente del gobierno le expropio de su casa, ahora no tiene nada y sobrevive de esta manera. El frio y el calor lo sufre a partes iguales.

Convertido en una parte más del paisaje urbano, todo el mundo le ve como una farola más, nadie se atreve a hablar con esta persona.

Carlos sigue pidiendo, no con la voz sino con el movimiento oscilante de la gorra que sostiene su mano, mientras a su alrededor todo el mundo pasa deprisa, tanto como la oscilación de su mano, pero él sigue apoyado en la pared pétrea, quieto.

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