Como
curiosidad, los seres humanos tratamos de seguir una linea recta que
se representa con la comodidad, nuestro pensamiento se vuelve
conservador, pero si se van introduciendo pequeños cambios nuestra
linea avanza, pero evidentemente hacia otro sitio. Sin darnos cuento
aceptamos ese desvió, pero no nos damos cuenta que el objetivo es
diferente, la variación de grado va cambiando el destino. Lo ya
conseguido acaba desapareciendo y en nuestro nivel de adaptación
aceptamos todo este proceso, nuestro nivel de oposición queda
adormecido y nos dejamos llegar por lo que pueda representar esa
linea recta que nos aleja de preocupaciones adyacentes.
El
problema surge cuando somos conscientes que ese tren que hemos cogido
para ir cómodos y llegar al destino elegido nos lleva a otro punto
muy diferente del proyectado. Cuando queremos darnos cuenta el tren
lleva muchos kilómetros recorridos y ya es difícil rectificar, que
seria volver atrás e iniciar el camino requerido. En la vida esto no
es tan fácil y una perdida de fuerzas y de entusiasmo te deja llevar
en esa linea, en principio cómoda, aunque no sea la elegida.
Los
avances sociales se ven alterados en su destino y como son pequeños
se van aceptando, de esa manera aparecen nuevas modificaciones, que
con la misma manera de proceder siguen aceptando, porque el tren
sigue moviendo hacia el destino elegido que puede ser el “este”
geográfico. Pero ese punto va desde la provincia de Girona hasta
Almeria. Evidentemente las diferencias son claras, el tren sigue
cambiando de grado en el paso de estaciones intermedias. Seguimos
moviendo pero lo principal es el destino, ese es el que va
modificando y aceptamos sin más. Hasta que descubrimos la
modificación del trayecto. Entonces empieza el malestar general,
pero de difícil solución. La desviación ha sido tan grande, tan
diferente, que...