Juan sale, como todas las
mañanas, pera ir al trabajo. Cierra la puerta de su casa y cuando va a bajar
las escaleras, duda si poner el pie izquierdo o el derecho. Pero coge el paso
enseguida.
Monta en el trasporte público y
dirige su mirada a ninguna parte en concreto. Cuando una idea flota en su
cabeza: ¿Habré apagado el gas, después de hacer el desayuno? Hoy no volverá
hasta la noche. Comienza a intentar recordar cada momento de esta mañana y no
recuerda el preciso momento en girar el dispositivo de apertura.
Juan, llega a su trabajo, pero no
se encuentra concentrado. La fijación cerebral le lleva a si ha realizado el
acto de cerrar la llave.
Empieza a generarle miedo y una
idea volver a casa para comprobarlo, pero es una acción que no puede ser, están
a final de mes y tienen que presentar resultados a la junta empresarial.
Sudores fríos y hasta un pequeño
temblor en una de sus piernas. Recuerda, mientras desayunaba, coloco la olla en el
fuego para dejar cocidas las verduras para la cena. Pero ahí comenzaba su
espacio en blanco. Razonando, no recordaba, oir, la salida de vapor, del
utensilio. Lo cual podría producir una quemadura y quien sabe con cual
resultado.
Se poné delante de los papeles
pero no se concentra, un sudor frió, recorre su cabeza y gotas, se deslizan por
su frente hacía sus ojos.
Se dirige a su coordinador y pide
volver a casa, pues no se encuentra bien. Con solo mirarle, le invita ir al
hospital, descubre el temblor de sus piernas y tras el rechazo. Recoge sus
cosas y vuelve. Tan rápido como sus piernas pueden. A pasado una hora y media, no
puede haber sido tan grave. Abre la puerta y todo esta normal.